Ayer al pasar de largo
sentí que me sonreías
De espaldas, la mirada triste
me sonreías…
Y yo, que nunca me atreví decir
te quiero
O hacerte saber, que tu caminar
enerva mi
sangre.
¡Que pena no ser mías
las estrellas y ofrecértelas!…
A veces no basta el amor,
Hace falta el cofre
Para guardarlo.
Postrado en la acera,
con
el alma ausente
y la sensibilidad
presente.
No hay manera de
conciliar el sueño
La cara sobre el
dorso de la mano
pretende
recordarle días de comodidad.
La gente pasa en
sus veloces autos
convertido el neón
en colorido espejismo
Las estrellas
ocultan su miope mirada al desgraciado
¿Qué hacer en esta noche crucial?
Intentar cruzar al
otro plano…
Abandonar la
prueba desde la eternidad escogida
Olvidar su miseria
terrenal expuesta la intemperie.
Su espalda siente
algunas piedras
en el frío lecho
de asfalto incomodándolo.
Quien vendrá a
consolarle
¿Acaso será Luzbel
con su monólogo cautivante?
¿O llegará
Emmanuel a increparlo
diciéndole que es
el peor hombre del universo?
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