Luis E. Rivera Abadía
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De pitiyanquis, política y otros demonios

Siemre tuve dificultad para seguir órdenes militares, tal vez por poseer una mentalidad de libre pensador reacia hacia las órdenes de carácter castrense . Tocaba el tormbón de vara en la banda escolar y tenía que practicar la marcha para poder servir de squad leader en la misma. Esa semana nos había visitado el Supervisor de Bandas Escolares, Profesor Ramón Collado, que de paso había hecho el arreglo final de nuestro himno nacional La Borinqueña. El profesor quedo impresionado con la torpeza de aquel niño de gruesos espejuelos y que tocaba el trombón al equivocarse más de cien veces en los sencillos mandos militares, ''left face'' y ''right face''
 
Practicaba los dichosos mandos militares en la negra alfombra de ardiente brea en la calle Quiñones, cuando me percato de la presencia de unos jóvenes que repartían cierto tipo de propaganda. Detuve mi futil práctica de ejercicios militares para pedirles unos de los papeles que hacían llegar a los transeuntes. Respondieron a mi pedido con unas palabras que jamás olvidaré
.
___¿ Para qué quieres uno de estos volantes?, son en protesta por la intervención militar estadounidense en Viet- Nam; estás hace rato marchando y lo que haces es una expresión de pitiyanquismo.
 
Los melenudos y barbudos universitarios tenían razón, pero qué carajos querían, nuestro pueblo muy cercano a la Base Roosvelt Roads, albergaba varias hospederías llenas de marinos americanos. Las chicas de nuestro barrio soñaban con aparecer en el desfile de reina en las Fiestas Patronales del brazo de los rubios marinos. En la escuela, durante la clase de música tocábamos marchas militares y el sistema educativo nos enseñaba que los norteamericanos eran algo parecido alos dioses del Partenón Griego. Veíamos programas televisivos norteamericanos e idolátrabamos a los vaqueros, Roy Rogers, Gene Autry y Hopalong Cassidy, todos queríamos ser gringos.
 
El tiempo expandió su pulmón de años y detuvo su respiración en el umbral de mis días universitarios. En el hervidero de protestas por la Guerra de Indochina, la huelga en la U.P.R. por la salida del R.O.T.C., los atentados dinamiteros de los Macheteros. Todo esto unido a las muertes de la estudiante Antonia Martínez y Birino Mercado, comandante de la fuerza de choque y naguabeño, contribuyó a que el concepto pitiyanquismo adquiriera una forma geométrica en mi espíritu y conciencia.
 
Pitiyanqui es un vocablo despectivo que se utiliza para referirse a aquellos que en forma fanática desean de todo corazón ser o parecerse a los norteamericanos. En un pueblo como el mío el vocablo adquiere dimensiones que rayan en la hipérbole y el rídiculo. Veamos algunos ejemplos: Hay pitiyanquis que juran que las mujeres de ojos azules y piernas bien torneadas deben ser gringas, aunque sus certificados de nacimiento digan ser nacidas en el hospital de Naguabo y vecinas del barrio Maizales, sector Reculo. Pitiyanqui es aquel que en el negocio de Cleto Rivera discutía a viva voz que el racimo de guineos que colgaba de la pared debía ser gringo pués era demasiado grande para haberse cosechado en nuestro pueblo. Podemos incluir en el grupo los que expresaban que las pequeñas cucarachas que en ocasiones corren en las casa y los mostradores de los colmados en medio de los sacos de arroz, cebollas y papas eran americanas, porque parece ser que por alguna extraña alquimia, lo único pequeño que los americanos producen son las cucarachas. Porque todo lo bueno, enorme, hermoso y de calidad es norteamericano, exceptuando las cucarachas.

El cantautor panameño Ruben Blades bien describe la mentalidad de un pitiyanqui, es un abuelo que sueña tener un nietecito de cabellos rubios, ojos rubios y dientes rubios que al llegar a la adultez tomará cerveza Schaefffer, que es la mejor cuando se toma más de una y de paso no bebas cervezas Corona o India pués saben a meao.
 
El año 1968 trajo consigo la primera victoria de un partido anexionista en Puerto Rico. Los novoprogresistas de Naguabo en su euforia por la victoria, pintaron todo edificio público de azul y blanco.; la plaza de recero, la alcaldía, el hospital, el cuartel de la policía, el parque atletico, las canchas, la plaza de mercado, ni el parque de bombas se salvó del baño de pintura. Convirtieron nuestro pueblo en una metáfora de la poesía del movimiento modernista en el que el azul era predominante... ahh color de amar, azul amor parecían decir
.
Un grupo de independentistas pegábamos pasquines en los postes del tendido eléctrico por la calle Antonio Ríosdonde está ubicado el complejo de escuelas en nuestro pueblo. Conformaban el grupo que pasquinaba, el Profesor José A. Rosa candidato a alcalde por el P.I.P. Johnny Maunez, Ángel Luis Rodriguez ''el loco'' Faustinito y Eddie González, hijos del presidente del P.P.D y el chico torpe que jamás aprendió a marchar y sí el significado de pitiyanqui.

El alcalde de turno, Serafín Meléndez, Chemon Castañeda, Amaury Rodríguez, Ney Maldonado y otros mas que ahora escapan al recuerdo, pasaron por la calle de la pasquinada y deuvieron sus vehículos para increparnos e insultarnos. Habían estado ingiriendo grandes cantidades de alcohol en una de las muchas fiestas de periódo post eleccionario que celebrabaron los anexionistas en esa época.
 
Sostenían en su acalorado argumento matizado por las Schaeffer, que ensuciabamos el hermoso paisaje azul del pueblo con nuestra pasquinada. Nos acusaban de comunistas cabrones, muertos de hambres, soplapotes de Engels y Marx y otra serie de improperios que 38 años se han encargado de difuminar de la memoria.
 
Minutos antes, el teniente de la policía había intervenido con el grupo y no encontró violacion de ley alguna en nuestra gesta.

A la voz de ''ácaba con eso Ney'' los honorables miembros de la logia odfélica, católicos devotos, comedores de hostias en domingos y selectos miembros de nuestra sociedad naguabeña, la emprendieron contra nosotros. Sacaron armas de fuego y blancas. En el fragor del motín hirieron al compañero Faustinito González con una herida de cuchilla que le supuso veintidós puntos de sutura.
Su agresor Ney Maldonado, también golpeó a Faustino Gonzalez padre, cuando fue a reclamarle por la herida que le infligió a su hijo.
 
El caso fue entendido por el juez fajardeño, Evaristo Aponte Sanabria, que al final y a la postre falló en favor de los agresores; por los cargos de agresión, conspiración a motín etc y le archivó todos los casos. En su ponenca final expresó que las agresiones habían sido de ambas partes y ahí quedó sepultado el caso.
 
Sí Pepe, que guame, cinco adolescentes empezando la vida de universidad, un adulto que jamás en su vida había tenido confrontación física con nadie contra una canalla de adultos corpulentos, y armados. Tuvimos suerte de haber salido con vida de este predicamento y no correr la suerte de Arnaldo Darío Rosado y Carlos Soto Arriví, ultimados en Maravilla en julio de 1972 por miembros de la policía pitiyanqui de Puerto Rico.
 
Mientras todo esto ocurría miembros del M.P.I. maquinaban la colocación de un artefacto explosivo en la residencia del ex policía Maldonado. Nuestras súplicas y ruegos , aplacaron el ánimo de los dirigentes socialistas y su grupo de kamikazes para que no prepetraran ese acto, que nos hubiese causados serios problemas. El viaje de Ney a la eternidad fue pospuesto para que fuesen sus propias acciones quienes le ajusticiaran.
 
Este violento incidente provocó la derrota del Partido Nuevo Progresista en 1972 y el fin de un periódo funesto y de intolerancia ideológica y política en Naguabo. Es una pena que esta mentalidad pitiyanquista siga cauterizando las conciencias de nuestros coterrráneos. Una hiperbole que no termina, sobre las supuestas bondades de una nación cuya riqueza material está cimentada en la explotación, manipulación, intervención de otras naciones para beneficio propio. Nación intolerante ante quienes difieren de sus ideas, genocidas en Hiroshima, Irak, Viet Nam, Nicaragua. Autoproclamados policías del planeta, con la anuencia que les dá su superioridad tecnológica y su pobre moral.
 
Si eres mi querido lector, de los que creen que los gringos enrrollarán las carreteras y calles y que se las llevarán cuando les toque largarse de nuestra patria. Si piensas que las vacas dejaran de dar leche, que la tierra no dará su fruto,o que las ideas no germinarán, y nos moriremos de hambre e inanición.  Si disfrutas de las alocuciones de Don Eleuterio y te gozas cuando Thomas Rivera Schatz agrede verbalmente a cualquiera en radio y T.V y si como el secretario de la Gobernación Marcos Rodríguez Ema piensas que ser gringo es una dádiva divina ... definitivamente , por desgracia existen aún Los Pitiyanquis.

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Luis Edgardo Rivera Abadía


 
 
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