Luis E. Rivera Abadía
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Espartanos
 
Los autobuses se detuvieron en el Centro Recreativo El Tuque.Un poco más de un centenar de hombres de diversas edades comenzaron a bajar de los vehículos.El denominador común era el reloj negro que exibian en sus muñecas, anatomías delgadas,fibrosas,la piel tostada por lo que parecía una vida al aire libre bajo el inclemente sol caribeño.Regresaban de su cena compuesta por carbohidratos complejos,frutas y abundancia de líquidos. Pretendían acumular la mayor cantidad posible de glucógeno en sus músculos para la prueba que comenzaría temprano en la madrugada.Sería un desafío a su tenacidad, paciencia, honestidad en el entrenamiento y de paso aprenderían algo más sobre sí mismos y de qué estaba forjado su carácter.

Descansar era imperioso ,entramos cuatro hombres a la habitación y ya a los pocos minutos éramos cinco.Boy comenzó un extraño soliloquio con su invisible amigo, habló de política, amores, fisiología del ejercicio, en ocasiones practicaba el don de la glosolalia como si estuviese en un culto carismático de la secta Catacumba.Había tenido un accidente de auto unos años atrás y vivía libre de las ataduras a las que nos somete la cordura. Era un guerrero kamikaze en sus entrenamientos, lo hacía con botas del ejército hasta por 3 horas diariamente por las calles y caminos vecinales de Ceiba.

El monólogo de Boy Lugo me tranquilizó, era obvio que para correr 42kms. había que estar un tanto demente y efectivamente, estaba compartiendo en el cuarto con uno y me parecía que yo debía de estar loco también. A Domingo Díaz, mi compañero de entrenamiento y al otro atleta master que compartía con nosotros la habitación no les pareció ni edificante ni graciosa la conversación del loco. Despacharon el asunto con un ´´ cállate la boca y no jodas más Boy, que mañana hay que levantarse temprano´´. Los corredores de larga distancia suelen ser un tanto geniosos, sus respuestas siempre están cargadas de adrenalina, agresividad y picardía. Sonreí, estaban más tostaos que Boy, a quién se le ocurre aleccionar a un lunático. Las voces de el loquito y su amigo fueron apagándose mientras un sueño ligero y nervioso nos cubría con su manto reparador.

A 5:30am en el punto de alargada, apareció Boy con su habitual sonrisa desdentada, parecía mas un jugador de hockey canadiense que un corredor de fondo. Traía consigo una caneca de ron blanco y dijo sonriendo " ésta es mi gasolina Luis, sin esta jodienda no puedo correr bien" apuró la mitad de la caneca sin pestañar. Hizo un muerto con el sobrante en unos arbustos cerca de la salida. El evento constaba de un circuito de poco más de ocho millas por donde debiamos pasar en tres ocasiones. Durante mis años de corredor había creado cierta empatía con Boy y en este evento en particular había aumentado. Parecíamos ser los únicos que no estábamos preocupados por lo que pasaría, él por loco y yo por ingenuo.Era mi primer maratón completo y no sabía los pormenores del trayecto, ni las visicitudes que enfrentaría.Los demás hablaban de mejorar sus marcas personales, de la importancia de no dejarse llevar por la adrenalina y el entusiasmo para así reservar energías y completar el evento. Los más osados conversaban de sus posibilidades de ganar algún premio en la categorías por edades, los atletas elites en su mundo aparte, centrados, enfocados,con rostros de determinación,taciturnos...pensando seguramente en los $5,000 del premio por el primer lugar.

El disparo de salida sonó, con él el espartano evento. El maratón decía Rodney Dixon el neozelandés ganador del Maratón de New York de 1985 , es un evento extraño y sangriento. Los atletas de alto rendimiento salieron como bólidos a su acostumbrado paso de cinco minutos por milla, Boy Lugo se fue en ese pelotón, mientras que Domingo marcó nuestro paso usual para carreras largas, 6 minutos por milla. En los primeros kilómetros los corredores hablaban, se saludaban, hacian comentarios de cuanto habían entrenado.Ya pasados los 10kms sólo se escuchaban las respiraciones atropelladas y las miradas insistentes a los cronómetros de muñeca, y las preguntas...podré terminarlo,habré salido muy rápido.Un silencio sepulcral invadió el kilómetro 15, caras serias demudadas por el esfuerzo y la preocupación, en esta etapa todas las conversaciones cesan para dar paso a la pregunta retórica...por qué carajos me metí en este asunto. Las rodillas el amortiguador natural del cuerpo reciben un impacto brutal de tres veces el peso del atleta con cada pisada.Hay que ingerir agua constantemente durante el evento para combatir la deshidratación que siempre culmina con dolorosos calambres. En la ingesta de líquidos hay que ser prudente, si se excede la cantidad aparecen diarreas porque en el esfuerzo se pierde el control sobre las necesidades biofísicas.

Pasamos el km. 21 en aproximadamente en 1 hora 23 minutos, justamente la mitad de la carrera. Mi amigo me hizo la pregunta de rigor... te sientes bien, asentí con la cabeza y continuamos. El asfalto tragaba nuestros pasos, el sol inmisericorde nuestras reservas de azúcares y líquidos. La voluntad y fuerza de algunos competidores comenzaba a quebrarse, las ambulancias comenzaron a recogerlos. Me sentía magnificamente bien en esa etapa, respaldaban mi incursión al evento 4 años de contínuo entrenamiento y más de 90 carreras pedestres en distintos puntos del país, en distancias de 1 km hasta los 26kms. Era el running boom de los 80 donde la fiebre de correr se había apoderado de todo el planeta y no fuimos la excepción. Ya en la milla 18
mi amigo decidió abandonar la competencia, así que debía correr solo el resto de la ruta. Ya estaba acostumbrado, los corredores suelen ser entes solitarios,acompañados de sus pequeños problemas existenciales y metafísicos, buscando fuerzas dentro de si mismos, resolviendo los dilemas de la adversidad y el dolor. Me dijo mi amigo, estás en los chavos y vas bien termínala.

Las endorfinas comenzaron a invadir mi cuerpo en la milla 20, era el runners high,no sentía dolor alguno, mi cuerpo entró en una especie de túnel donde los colores y todo el paisaje urbano de Ponce parecían mas brillantes. Estos quimicos segregados por el cerebro actúan como sedante y mecanismo de defensa ante el dolor.Sólo aparecen, cuando llevamos nuestros cuerpos al extremo. Habían pasado como 13 minutos desde que Domingo abandonó la compentencia cuando me percato que hay dos corredores como a medio kilómetro que parecían en problemas. Eran Boy Lugo y Huertas, el segundo era un corredor master que había estado haciendo bromas sobre mis posibilidades de completar el evento. Al pasar le dije las palabras que Doña Julia una corredora de 57 años con un muy negro sentido del humor solía decirle a los que podía rebasar en los maratones" Huertas te ves un poco verde ,creo que pronto vomitarás" Huertas no contestó, su mirada lánguida y cansada me decía, que "se había golpeado con la pared". Éste es un estado en el que el corredor ha perdido todas las reservas de glucógeno en los músculos y tejidos, le invade un cansancio muy difícil de superar; es estar vivo con dolores de muerto.Boy el loco estaba bien, sus viejas zapatillas tenían un orificio y trataba de poner un pedazo de cartón y arreglarlas, me dijo sonriente, ya mismo te alcanzo. Me averguenza confesar que me alegré que Huertas estuviese jodido y sin posibilidades de terminar el evento... nuestra felicidad en muchas ocasiones es la infelicidad de otros.

En la milla 23 un pensamiento me invadió, si ésto es un maratón, que vengan 20 más. Mi físico aún no reflejaba las cicatrices de haber recorrido 37kms. Había estado haciendo squats con más 300 libras el mes previo a la competencia,así como un programa con pesas para tonificar el resto del cuerpo.Había una falsa sensación de seguridad en todo esto.Jamás debí dejar que mi ego se apoderara de la concentración mientras trataba de mantener un paso uniforme. En menos de 10 minutos tambien golpeé la pared. Mi esfuerzo aérobico al caer en deuda de oxígeno, se transformó en un doloroso ejercicio anaeróbico.Mi cerebro cesó de producir endorfinas, para dar paso a un aluvión de ácido láctico, que no es otra cosa que el desecho de la quema de oxígeno y el glucógeno almacenado en los músculos. Cuando se hace presente literalmente envenena el músculo y el dolor es insoportable.Comenzé a escarbar muy en mis adentros, buscando esa motivación extra... recordé mi primera competencia escolar, una carrera de 800 metros la cual abandoné... ese recuerdo me perseguía insesante. Había abandonado y claudicado ya en bastantes cosas en mi vida ya era hora de comenzar a terminar algunas y esta carrera sería el comienzo. Sudaba frío, síntoma inequívoco que me deshidrataba, después ya ni siquiera sudaba. Mi ingesta de agua en los puestos era vana, 200 metros más adelante sentía una sed que abrasaba. Solo en aquel infierno de asfalto y sol reverberante,los letreros de tránsito parecían desdoblarse y derretirse ante mis ojos, algunos atletas al tomar agua en los oásis y detenerse perdían el sentido de la dirección coriendo en dirección contraria...Mi verdadero maratón comenzó en la milla 23,¡tan cerca y tan lejos de la meta! Salí del letargo, sentí pasos a mis espaldas, dos corredores jóvenes se acercaban. ¿Cuánto falta para la llegada ?, preguntaron ... balbuceé, como 3 kilómetros.

Apretaron el paso y se perdieron en el alucinante espectáculo de masoquismo, sudor, dolor y testosterona.¡ Era casi imposible que después de más de 24 millas pudieran marcar un ritmo de carrera tan violento!, pensé con algo de molestia y envidia.Apenas faltaba una milla, Boy el loco me alcanzó, venía corriendo como si el mismísimo Satán lo persiguiera. Me rebasó con su paso arrollador, de persona poseida. El sufrimiento de Filípides en su afán por llegar a Atenas y proclamar que la diosa de la victoria Nike les concedía el triunfo me invadió.Todo...menos la muerte, ya no corría. apenas si podía caminar.Crucé la meta en medio de los sopores de una mezcla de orgullo, satisfacción y cansancio. Apenas si escuchaba la acalorada discusión de uno de los organizadores del evento con los dos jóvenes que me pasaron volando bajito en el Kilómetro 37."Si alguno de uds. cabrones, se atreve subir al podio de premiaciones, la primera bofetá se las voy a dar yo, uds. pendejos no corrieron la ruta completa, alguien los dejó en un Volkswaguen en el km 35. "Alguien agregó que los únicos atletas que llegaron con paso firme y sin asomo de haber corrido los 42kms fueron Hunga Maldonado, el ganador del mismo y un muchacho cano que parecía haberse dado unos cuantos palos de ron. Traté de sonreir pero hasta la sonrisa me dolía... mi sombra comenzó abandonarme sabiendo que no era capaz de cargar con ella.De más está decir que fue mi primer y último maratón...sólo los atletas elites, los neófitos y los locos se arriesgan a correrlo..después de todo comprendí las palabras de Rodney Dixon, "el maratón es un evento extraño y sangriento"
 
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Luis Edgardo Rivera Abadía
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