Luis E. Rivera Abadía
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Crónicas de machos y mujeres abusadas
 
En aquella comunidad de la Loma del Viento todos eran muy machos, sí… así como lo oyes todos muy machos. Pedro Arcelay llegó hecho una fiera a su casa, tomó su seis tiros Smith& Wesson y le propinó un golpe a su esposa María Dolores con la culata del mismo. Luego con suma parsimonia, como si nada hubiese ocurrido, limpió la sangre del piso utilizando la blusa que le desgarró encima y él mismo le tomó 10 puntos de sutura en la cabeza con una aguja de coser y un poco de hilo Indio.
 
¡ Claro, pues qué pensabas! … cuando eres un macho de pelo en pecho después de una golpiza a tu doña, debes mostrar algo de misericordia y tú mismito debes curarla: nada de hospitales porque después viene la preguntadera de los médicos y el protocolo establece que hay que llamar a la jara( la policía).
 
Después de cenar y dejar encerrada bajo llave a la mujer llorosa con ojos encendidos de rabia y coraje, el macharrán se dirige al habitual juego de dominó en casa de Edelmiro.
 
Edelmiro era un carpintero de más 6 pies de estatura, amplia caja toráxico, piel bronceada, las mangas de las camisas siempre enrolladas mostrando sus bíceps de luchador de la WWF y con una mirada que decía ‘’que nadie joda conmigo, ni aún mi padre con sus pelotas de general’’(como el personaje del Gabo…Santiago Nasar)
 
__ Oiga compay Edelmiro, recuerda lo que ud. ayer dijo, de que hay hombres que roncan de machos y se pasan en la calle y que es muy probable que en ausencia pueden ser víctimas de alguna infidelidad.
 
__ Sí compadre, eso dije y lo sostengo, replicó Edelmiro. __Muy machitos en la calle y la mujer pegándole cuernos en la casa. Pero eso sólo le pasa a los pendejos, en alguna ocasión lei que la mujer le da el primer brinco a uno en la falda, después el segundo brinco es en la cintura, el tercero es en el pescuezo( cuello) por ende es obvio que no hay que dejar lleguen al cuello o estaremos jodidos.
 
__ Bueno compay, esbozó Pedro Arcelay, como no sé si ese comentario de ayer fue por mi, por si las moscas… le acabo de rajar la cabeza a María Dolores con el cañon. Ya ud. sabe, soy guardia de seguridad, atiendo una cortejita allá en la calle de la Canvínbora y siempre llego tarde. El comentario arrancó una carcajada de todos los reunidos en la mesa de dominó.
 
__Es que la mujeres en ocasiones se buscan los golpes, apostilló Vitín el Múcaro, la mía se dirigía al velorio de Pantaleón vestida con unos blue jeans que se le marcaba todo lo que es mio y de nadie más. Le dije que si iba a ver vivos o a ver un muerto y que tenía 10 segundos para cambiarse los jeans por algo más decente y apropiado o de lo contrario le partiría las madres.
 
__Por cierto, el difunto Pantaleón sí que era el cabresto de amarrar los machos. ¿Recuerdan que tenía 2 hijos paraplégicos, unos monguitos? De cuando en vez su mujer acostumbraba salir a ver a las hijas mayores y subía lo último de la loma y pretendía que el difunto cuidara a los monguitos.
 
__ Claro que lo recuerdo expresó Edelmiro, el difunto cuando se encabronaba montaba a los mongos en una carretilla de cargar bloques y cemento y se los tiraba frente al batey de la casa de las hijas mayores como si fueran sacos de papa o algo por el estilo. Puñeta, le decía a la mujer, ponte a cuidar los jodidos muchachos mongos esos y a mi no me los dejes, que quien carga los cojones aquí soy yo. Es mi héroe el difunto… no hay que dejarse joder.
 
La partida de dominó termina sin mayores incidentes, mientras en su cuarto la mujer de Edlmiro escuchaba la singular conversación y meditaba sobre la vida que llevaba con el pedazo de macho que tenía en casa.
 
Marta Candelas estaba recién parida. Le preocupa el aciago destino que le esperaba a su criatura con semejante padre. Estructuraba la teoría que de alguna manera , las mujeres tienen la culpa del comportamiento machista de algunos hombres, se sentía mal por ello…aunque por cierto estaba equivocada. El machismo es querer reafirmar ilusiones de poder pero siempre con los más débiles, nadie tiene la culpa de esa postura …acaso no existe la conciencia y el libre albedrío, acaso no cuenta la fábula que fue de la costilla para que estuviese más cerca de nuestro corazón.
 
Juraba que jamás le diría su pequeño…’’esos guevitos son pa’ las nenas.Tampoco lo orientaría para que en la escuela respondiera con violencia y agresividad contra otros niños… nada de ‘’el que te golpee, golpealo y no te dejes joder porque te daré una catimba . Se cuidaría mucho de cuando llorara no decirle’’ no llores, deja de chillar, que eres un macho y los machos no lloran. Evitaría el ‘’guarden todos sus gallinas, que el gallo mío anda suelto’’. No reforzaría una conducta que a todas luces era denigrante hacia la mujer y a su derecho inalienable a la igualdad. Criaría su hijo haciéndolo conciente de su parte femenina, porque después de todos somos andróginos.
 
Mientras en otra casa de la loma, una mujer es despertada de su letargo por el vaho a vino barato que inunda la habitación. Observa muy queda la hueca sombra que busca del calor de su cuerpo entre las sábanas y nuevamente siente el calido y herrumbroso sabor de la sangre en su garganta.
 
©opy®ight
 
Luis Edgardo Rivera Abadía
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