Luis E. Rivera Abadía
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De cómo el Gordo de Tachí impidió un viaje
 
 Su conciencia se aclaraba, era cierto, no hay muerte, sólo una placentera sensación de libertad y bienestar, un despertar de la inteligencia, la certeza de que la vida verdadera comenzaba … Viajaba a la velocidad de una idea, de una neurosis, dentro de un torbellino multicolor hacia una luz que parecía emerger de un millón de soles blancos. Algunos familiares ya fallecidos con refulgentes túnicas le acompañaban en su travesía, el dolor y la tristeza de su recién terminada existencia terrena se disipaban mientras se acercaba a la Luz.

El Gordo de Tachí se abría paso entre los clientes del bar de July, el Liquor Store y el negocio de Lito que salieron a contemplar la escena de la sobredósis de droga. Después de una serie de espamos y violentas convulsiones el cuerpo de Pistón cayó como un fardo en el asfalto frío de la Calle Muñoz Rivera. El Gordo aplicó un método un tanto inusual, consistente en aplicar una serie de puñetazos al plexo de Pistón acompañado de un baño de agua helada proveniente de la neverita utilizada por July para servir tragos a sus clientes.

____Te vas a poner bien Pistón, susurraba el Gordo, pero ésto te costará algunos centavitos, mientras a la vez que continuaba con su gesta de salvar a Pistón introducía la mano en el bolsillo del infortunado sacando algunos billetes húmedos y raídos.

___Traéme tres piedras, y ni se te ocurra fumártelas, le dijo el Gordo a la hija de Siki Soroka, una mujercita famélica, que ofrecía su ajado cuerpo a los recipientes del seguro social para sostener el vicio de narcóticos que le aquejaba.

Una oleada de dolor se apoderó del físico del viejo tecato ,, sus pupilas apenas si podían recoger la amarillenta luz del poste, su viaje de estrellas había finalizado abruptamente por la intervención del Gordo. Había regresado a la soledad y miseria de su realidad diaria, al álgido vaho de pobreza que se respira en nuestro pueblo, la constante que siempre ha marcado nuestra existencia . La ambulancia del 9-11 llevose a Pistón, el cual mascullaba algunas incoherencias sobre un supuesto viaje hacia una luz y seres radiantes poseedores de un amor aún desconocido en este plano… molesto de haber que regresado.

El Gordo encendió una pequeña pipa, repleta de cenizas de cigarillos y dos de las piedras e inhaló hasta que el pesado humo del alcaloide llenó de euforia cada fisura en su espíritu y cuerpo…Entró a la vieja casa desprovista de agua potable o energía eléctríca utilizada como hospitalillo y emergió de la misma con un bate negro de 36’’ el cual había sido reparado con tres clavos cerca del mango. Había visto pasar a Papote en una bicicleta a la que le faltaban las gomas y era conducida en los camones. Éste era otro de los adictos que frecuentaba la calle y decidió saldar una deuda que tenían pendiente

La calle Muñoz Rivera se había convertido en un apéndice de la Guerra en Irak, la ambulancia hizo su incursion nuevamente para recoger un herido. El turno le tocó a Papote. Los paramédicos lo llevaron hasta el vehí**** de emergencia con una fractura multiple en el brazo izquierdo, mientras maldecía a viva voz a todos los santos y divinidades del Almanaque Bristol.

___ Ya le cobré al hombre, comentaba el Gordo, los arañazitos y los 70 puntos de sutura que me cogieron en Centro Médico hace 5 meses atrás, mientras sonreía burlonamente.

Le quedaba algún dinero aún al Gordo, producto del acto de caridad y misericordia que tuvo para con Pistón. Entró al bar de Lito a tomarse unas Medallas para aliviar la garganta de lija seca que le quedó después de fumarse la piedra y de paso jugar un poco de billar. Absorto en la mesa que recién comenzaba, el Gordo no se percata de la presencia de 4 hombres de serios semblante y miradas lapidarias que en silencio le observaban.

Los del 9-11 pasaron una noche eterna, llevaban al Gordo de emergencia al hospital, los Ramírez intentaron hacerle tragar uno de los bolos del billar. Luego del forcejeo y la riña en el que casi lo estrangulan, el Gordo sufrió de un paro respiratorio. Como casi siempre ocurre, el Universo tiene su forma muy peculiar de hacer las cosas. El evento salvó la vida del Gordo, al hacerle los análisis de rigor, encontraron que tenía un pulmón pasado por la nicotina y el crack, el cual tuvo que ser extirpado de inmediato.

De esta manera el Gordo de Tachí pudo ejercitarse en las virtudes de la misericordia y la piedad . También pudo practicar su cuota diaria de maldades , revanchas y desatinos. De víctimario fue convertido en víctima, en un bizarro evento que le salvó la vida.

Nada en este mundo de Dios es dejado al capricho o la voluntariedad del azar, nuestras actos determinan lo que vivimos… no somos muy diferentes, aunque utilicemos un bate para saldar deudas de la calle, ayudemos a nuestros pares en desgracia, o nos llamemos, El Gordo de Tachí.
 
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Luis Edgardo Rivera Abadía
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