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Los gemelos de Miriam Stadea
Esta historia se pierde
en la noche de los tiempos, entre la bruma matizada por el gris de un páramo
agreste , árido y seco. Nacidos en Judea, una aldea sometida al poder del
águila romana, nación ensangrentada por el filo de las gladius de los
centuriones. Lugar tumultuoso, en el que a diario un nuevo líder Zelote aparece
predicando el final de los tiempos y del opresor latino, sólo para semanas más
tarde purgar su osadía colgado y amarrado a un madero vertical. Las calles
polvorientas y los pedregosos caminos conocen bien la historia, el seco viento
del desierto repite sus nombres, Yeshai ben Panthera, y Judas ben Halachmee,
gemelos de la adolescente hebrea Miriam Stadea.
Desde muy temprana edad los hermanos fueron educados en las montañas de Qumrán
hogar de los terapeutas, los monjes esenios. Fueron iniciados en los misterios
del Pleroma, en la física de la conciencia, en los arcanos de fusión con el
Aeón Sophia. Recogiendo al amanecer, los hongos de la Amarita Muscaria para las
ceremonias secretas, para entrar en estados de conciencia alterada. Educados
uno en el consejo del Anciano Josef, guardián y padre espiritual de la
comunidad Esenia; el otro a los pies del Rabino Hillel en su escuela
filosófica, la máxima autoridad de la Torah.
Yeshai ben Panthera, educaba al pueblo sobre la ignominia de Yaldabaoth al
creerse único Dios del Cosmos entero, imitando la construcción del Pleroma,
creando una proyección de realidad virtual en simulación de un patrón
dimensional de mayor jerarquía. Pasando por alto y sin reconocer la corriente
cósmica surgida del núcleo galáctico que le dió vida, el Aeón Sophia.
Sus palabras atravesaron desiertos, palmeras, corazones y espíritus, hasta
llegar a oídos del agresor intervencionista romano y a una canalla ignorante y
traidora.
Acusado de sedición y traición fue condenado a la lapidación. Un método cruel y
barbárico, en el que el condenado envuelto en una blanca sábana era enterrado
hasta la cintura o el cuello para sufrir una muerte lenta y dolorosa.
Utilizando piedras no excesivamente grandes para evitar la muerte con el primer
golpe. A veces por compasion hacíendo tomar al condenado un brebaje de yerbas
narcóticas para suprimir en algo la agonía.
Yeshai ben Panthera pudo escapar al suplicio huyendo hacia Egipto. Allí siguió
expandiendo su conocimiento como sanador en las sociedades secretas de los
Maggis y alcanzando el trigésimo tercer grado de sabiduría hermética. Marchando
finalmente hasta Britannia con su familia inmediata y creando luego de su
desaparición física un linaje de reyes en dicho lugar.
Judas ben Hallachmee el otro gemelo, olvidó sus días de infancia en Qumran, se
convirtió en soldado, en guerrero, en un bebedor de vino y amador de los
placeres mundanos. Estaba dotado de un temperamento en extremo volatil e
incontrolable, el cual era alimentado a su vez por un odio viceral al
interventor del águila en sus estandartes. Vivía sólo para ver expulsadas las
legiones romanas fuera de su país.
Se hizo acompañar de un grupo de seguidores, en el que permeaban los más
rebeldes estamentos de la sociedad judía de la época, los marginados, los
olvidados de la tierra. Una milicia que conspiraba contra el status quo de la
polvorienta y explosiva aldea del medio oriente.
El discurso inflamatorio de Judas fue sofocado violentamente. Su gesta fue vana
y futil, las gladius de los centuriones, aplastaron la diminuta revuelta y su
líder condenado a la cruz, por atentar contra la estabilidad del águila romana.
También pudo escapar a la muerte, porque en los gemelos parece haber cierta
sincronicidad en cuanto a eventos trascendentes. Apeló a su derecho por haber
nacido con sangre real de tener un reemplazo en la ejecución. Fue enviado en
esclavitud hasta la India donde vivió el resto de sus días como constructor de
tiendas en el pueblo de Cachemira.
El inclemente sol del desierto fue quemando y derritiendo los días, meses y
centurias del espacio tiempo. Las historias de los gemelos de Miriam Stadea,
sobrina de Herodh, fueron llevadas por sus respectivas seguidores de aldea en
aldea, de casa en casa en forma oral. Estos contadores de las hazañas de los
hermanos gemelos, o prebisteros eran personas poco conocedoras de los
rudimentos de la lectura y escritura, de la grammatikon. Pedían dinero, comida
y sexo como pago por divulgar las historias de Judas ben Hallachmee y Yeshai
ben Panthera. Los prebisteros eran en ocasiones lidereados por algún escriba
llamado Obispo, que se daba a la tarea de escribir las historias narradas.
La tradición oral y escrita siguió su curso, las historias de los gemelos de
Miriam Stadea continuaron repitiéndose de boca en boca, amalgamándose la una
con la otra, mezclándose y entremezclándose en una compacta y extraña alquimia,
haciéndose y deshaciéndose en un eterno ciclo como la lluvia.
Hasta que al final, no se supo quién era uno o el otro. Forjándose una historia
única, que en su fondo son dos historias y que no cesa de afectar cada
nanosegundo de nuestra vida lineal, historia aún inconclusa… tal vez por la intervención
de algún Demiurgo.
©opy®ight
Luis
Edgardo Rivera Abadía
Naguabo,
Puerto Rico
Octubre
2010
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